Delator
Con el hombro y de un empujón con el peso de su cuerpo logró abrir la puerta. Estaba trabada, la madera hinchada por la humedad se había sellado en el marco y anclado al suelo. El aire denso y el aroma fétido del olvido lo envolvieron al instante.
14 deJulio
Estaba acostumbrado a vivir en el caos de la ciudad, a sus olores, a sus ruidos particulares y gritos. Le eran tan familiares que podía desoírlos como quien pone la radio bajita en el patio para trabajar tranquilo en el galpón con un murmullo de compañía. Y eso hizo con el clima del tren en el que viajaba, el que solía tomar cada tanto, en ocasiones especiales, y, al parecer, esa era una.